El origen de las fiestas de disfraces nos remonta a la etapa prehistórica. En esta época, los cazadores se vestían con una indumentaria similar a la piel y al aspecto de los osos, lobos y mamuts con los que tenían que luchar para conseguir el alimento que llevaban a sus tribus. A través de los disfraces, creían que ostentaban la misma fuerza y capacidades que los animales. Además, en estos tiempos ni siquiera existía la ropa como tal, por lo que los disfraces hacían la función de vestido.

Los disfraces en la Antigüedad

En el Antiguo Egipto, no se celebraba ninguna festividad donde los habitantes se disfrazaran. Sin embargo, la costumbre de momificar a los muertos ha trascendido con el paso de los siglos y ha arraigado la creación de disfraces que simulan a las momias. ¿Quién no se ha enrollado todo el cuerpo en papel higiénico y ha aparecido cual momia en un carnaval?

Por su parte, en la Antigua Roma y la Antigua Grecia, como culto a los dioses, se organizaban carnavales dedicados a las divinidades. En Grecia, eran populares las bacanales y las Dionisias. En estas últimas, se representaban obras de teatro, además de llevar a cabo importantes procesiones.

Edad Media: de las máscaras venecianas a los disfraces en España

En el siglo XIII surge el carnaval veneciano. Gracias a esta celebración, las máscaras y los antifaces han dado la vuelta al mundo como una manera de ocultar el rostro a los ojos de los demás. En Venecia, era de suma importancia esta práctica, ya que la nobleza no se mezclaba con el pueblo. Una manera de hacerlo, pero pasando desapercibido, era cubriéndose las facciones con una máscara.

En la Edad Media, también se origina la palabra "carnaval", cuya etimología proviene de carnem levare. "Quitar la carne" era la máxima que se seguía días antes del Miércoles de Ceniza, momento en el que comenzaría la Cuaresma y no se podrían hacer excesos. Por eso, en los días de antes, se permitía la libertad de celebrar, comer, beber y cantar todo lo que se quisiese.

En el siglo XV, surge el carnaval en España. El primero que cobra vida propia es el de Cádiz, donde, durante la Cuaresma, se hacía una celebración con máscaras y disfraces para recibir a los mercaderes venecianos que venían de Venecia, donde ya tenía mucho desarrollo esta fiesta.

Otros carnavales muy importantes en España son el de Santa Cruz de Tenerife, Águilas (Murcia) y Xinzo de Lima (Ourense). Los tres han sido reconocidos como de Interés Turístico Internacional. Además, el de Las Palmas de Gran Canarias y el de Sitges también han alcanzado un destacado protagonismo en los últimos años.

Por su parte, Río de Janeiro y otras ciudades brasileñas acaparan todas las miradas cada año debido a sus espectaculares desfiles con carrozas, disfraces coloridos, bailes al son de música caribeña y concursos muy variados.

Cultura Celta: disfraces para ahuyentar los espíritus

Los disfraces no solo son típicos del carnaval. Existe otra celebración muy extendida por todo el mundo, Halloween, en la que puedes ponerte en la piel de esqueletos, zombis y brujas. Esta fiesta se celebra con fervor en EE. UU., pero su origen tiene lugar en la cultura celta.

El ritual celta más famoso es el Samaín o Samhain, que es la fiesta que da origen a Halloween. Y es que los celtas tenían únicamente dos estaciones: invierno y verano. Así, celebraban este ritual, a finales de octubre y principios de noviembre, para poner fin a las cosechas y dar la bienvenida a la época de frío y oscuridad y recibir el año nuevo.

Esta era la fiesta más importante de los celtas y que arraigó fuertemente en Galicia tras la época en la que este pueblo vivió aquí y en Asturias. Se trataba de una celebración dirigida por los druidas o hechiceros y en la que se adoraba a Samagín, el dios de la muerte, durante tres noches de finales de octubre y principios de noviembre.

Como principal práctica, en Samaín, se encendían hogueras; se sacrificaban animales y la gente se vestía con disfraces y máscaras elaborados a partir de la piel y cabezas de animales con el fin de ahuyentar los espíritus. Además, los jóvenes pasaban por las casas para pedir leña u otros objetos con los que encender las hogueras y avivar el fuego. De ahí la tradición de pedir caramelos a las puertas de las casas en Halloween.

En definitiva, el origen de las fiestas de disfraces tuvo lugar hace miles de años. Además, no solo nos permiten encarnar todo tipo de personajes y experimentar otras vidas, sino que son tradición en todo el mundo. Por ello, desde aquí hacemos un alegato a carnavales, fiestas de los muertos vivientes y cualesquiera otras efemérides para que nunca dejen de existir.

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